El y yo

septiembre 10, 2011

El tipo de relaciones extrañas, peligrosas y adictivas.
De esas de las que crees que puedes librarte cuando quieras, pero te empalagan.
Te pierdes un tiempo, juras que nunca más, y tarde o temprano vuelves a caer.
Eso somos él y yo.
Así como también cómplices, amantes y quizás bastante amigos... 
Amigos que se desean, que se acuestan y que no se aman.
Que se conocen muy bien las costuras, además de los defectos y las malas mañas.
De esos amigos que se acuestan en la cama a contarse cosas hasta que les provoca besarse y quitarse la ropa.
Esos que luego se bañan juntos y no se besan.
Esos que luego siguen conversando y son tan... amigos.
Los que se comunican casi a diario, y esos que no quieren confundir las cosas.
El, tan mujeriego, tan del mundo, tan de nadie.
Yo, idealista, pensando que algún día encontraré alguien que valga la pena y él debe irse para siempre.
Y esa duda infame, de no estar muy segura de que efectivamente puedas terminar con eso.
Eso que no te ata pero que no te suelta.
Todo eso somos él y yo. Un peligro inminente, un oasis en el desierto y una tentación eterna.
Este ha sido uno de esos fines de semana extraño.
Ese donde te levantas de la cama, decides irte lejos de todo y hacer lo que quieres hacer sin importar nada.
Y ese momento donde decides aceptar su invitación. Dejas atrás esas promesas de nunca más y simplemente te dejas llevar.
Llegas a su casa, y encuentras un ambiente distinto al de siempre.
Y llegan dos besos fuera de tiempo, fuera de los juegos previos al sexo.
Además de una que otra caricia, y acercamientos cariñosos...
Y te dan unas ganas imbéciles de querer que sea así siempre.
Así de rico, así de real y sobre todo, así... sin amor, sin sobresaltos, sin rollos mentales.
Que no te den ganas de que te quieran, que te amen y que te guarden fidelidad.
Que vivas lo que sientes sin querer que la otra persona sea tuya.
El perfecto equilibrio.
Sin preguntas, sin celos, sin presiones, sin sentido de pertenencia, sin nada. Pero con todo
¿Por qué será que es tan difícil?
¿Por qué esa tendencia inevitable a querer abarcarlo todo?.
Y sobre todo, ¿Por qué ahora tengo ganas de que me bese más seguido, que nos bañemos juntos y lo hagamos salvajemente - como de costumbre - pero sin que sea necesariamente mio.
Sin que quiera explicaciones, sin que el sienta que se complica la vida.
Sin mensajes del día siguiente, sin compromisos, sin deberes y con el mismo trato, el mismo respeto.
Sin nada, pero con todo.
¿Por qué siento que esto es más real que cualquier otra relación? 
¿Por qué tengo esa sensación de que siempre estará ahí y yo aquí para eso que tenemos?
¿Por qué se va y siempre vuelve?
¿Por qué me niego y siempre caigo?
¿Por qué prefiero que sea siempre él y no otro?
Mejor será no preguntar y no responder.
Solo queda vivir y seguir... La vida tiene sus misterios.


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