No pude

noviembre 16, 2011

Lo pensé, lo planeaba en mi mente como un artilugio para conseguir lo que buscaba.
Entrenando mis pensamientos para no confundir las cosas, diciendome todos los dias que sabia exactamente que era lo que querías.
Me convencía de que no eres hombre para mí, y que entonces solo podría volver a sentir que era probar tus labios sin meter en problemas al corazón.
Entonces, empecé a llevarte por el camino que yo quería que recorrieras.
Me creí la mujer de mundo que conoce bien a ese chico que fue su novio hace unos años.
Y sí, te logré ablandar un poco. 
Me llegaste por mi lado débil.
Me abordaste por el sitio por donde sabias que podías lograrme.
Y aunque sabía que una parte era verdad, habia otra que no podia cambiar.
De modo que inútilmente me lancé al vacío nuevamente.
Intentando ser una mujer suficientemente fálica que no se enrollaría por el hecho de haber llegado a donde llegamos.
Me había imaginado una escena erótica bastante interesante.
Donde yo era quien tenia el control y eramos los perfectos amigos con beneficios.
Aparte, en mi sueño, yo era esa porn star que jamás habia podido ser contigo.
Todo estaba bajo control.
Todo, -en mi mente- estaba muy claro.
Y resulta que llegó el momento.
Y no pude recordar el sueño.
No pude despojarme del sentimiento, ni de la mesura, ni de la reserva.
Y te escuchaba en mi oido y me sonabas a él.
Y me dolía un poco que fueramos sexo y nada más.
Y de pronto estabamos casi desnudos en la sala de mi casa.
Y simplemente no pude.
Mi sueño perfecto donde tu eras mio y yo te complacía no estaba en mi mente.
No pude cambiar la mente  y darle rienda suelta al cuerpo.
Me pesaba tanto la verdad, tanto saber que esto que estabamos haciendo no era como lo habia soñado.
Y al final, si. Lo hicimos.
Y yo en vez de terminar complacida por haber logrado mi cometido.
Quedé con esa sensacion de necesitar que luego del sexo vinieran los besos, y los abrazos.
Y el despertar contigo, y el reirse de las cosas que nos reiamos despues de hacerlo cuando eramos novios.
Y todas esas cosas imbéciles que me pasaron por la mente, en lugar de aquel sueño.
Y entonces, me dio miedo.
Miedo por volver a vivir la penosa distancia del dia siguiente.
Tu silencio incomodo, y tus excusas para no escribirme.
Mis mil quinientas preguntas, y mi sensacion de haberla cagado.
Y me di cuenta de que no pude pues. Que no puedo pretender que eso que pasó no fuera nada.
Contigo no puedo. No pude.
Soy demasiado necia, o demasiado idiota por pensar que podia verte con los ojos de la carne y no esperar mas nada.
Aun me preocupa lo que pienses de mi, lo que sientas por mi.
Y me da rabia. 
Sencillamente, ese sueño donde eramos dos adultos disfrutando sin reservas no sucedió.
No pude pasar la página.
Y aqui me encuentro con ganas de llamarte e insultarte, o sencillamente que hablemos y me digas que pasó.
Pero lo peor de todo es que se lo que pasó.
Lo nuestro no puede ser, y solo fue sexo entre dos ex novios.
El detalle es que volver a hablarte en este momento, es casi tan molesto como no hacerlo.
Por eso simplemente, recojo los vidrios, me seco las lagrimas y me voy
Porque en algun lugar del mundo, tu y yo,
Volveremos a hablar.
Y comenzará de nuevo el periodo refractario de nuestra relacion de amistad post noviazgo.
Y seguiremos siendo panas, aunque despues de esta vez quisiera tener la fuerza de voluntad de no volverte a hablar nunca más.
Y me atormenta revivir el momento.
Y cerrar los ojos y ver tus manos sobre mi pecho, o tus labios sobre mi cintura.
Entonces, nos veo esa noche bailando felizmente abrazados.
Y lo increiblemente sereno que pareces ser cuando intentas hacerme ver que todo te da igual.
Así como tambien, tus ojos rojos y casi aguados cuando me decias lo importante que soy para ti.
Con los mil quinientos grados alcoholicos de tu sangre ese dia.
Y con mis pocas ganas de besarte en ese estado.
Y recuerdo todo. Todo.
Recuerdo lo que pasó esa noche.
Recuerdo que me pediste que apagara la luz. 
Y recuerdo que casi podia asegurar que luego de eso, esto iba a pasar.
Te odio. Porque sigues siendo mi punto débil.
Y porque es mejor que más nunca te cruces en mi camino.

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